jueves, 5 de abril de 2007

La negación de Jesús por Pedro

Los relatos de la triple negación por parte de Pedro, presenta algunas dificultades y divergencias. Mateo y Marcos están de acuerdo en que esto sucede después de Jesús compadecer ante el Concilio. Lucas es claro en que el mismo hecho sucedió antes de juicio en el Concilio. Juan es quien aclara la confusión; fue antes y también después.
No sucedió en una sola instancia sinó en dos. Sin embargo la observación de las mayúsculas muestra que los sinópticos tratan a los dos episodios, como uno solo. Entonces lo que sucedió tanto antes como después; en realidad sucedió durante el juicio en el Concilio.

La negación de Pedro es relatada por los cuatro evangelistas, y cada uno la ha presentado en su propio estilo o manera. Para entender con claridad qué, dónde y cuándo sucedió, es necesario hacer una comparación cuidadosa de los cuatro relatos. Lo que surge es que todo transcurrió en el transcurso de dos madrugadas, en el patio de Anás primero, y en el de Caifás después (el cual es en realidad un mismo patio compartido). Todo ello se discute detalladamente en su lugar.

El fuego

Una gran dificultad que presenta el relato del juicio a Jesús, está en el fuego en el cual se calentaba Pedro. Según Éxodo 35:10 estaba prohibido por la Ley de Moisés encender fuego en sábado; dice “en ninguna de vuestras moradas” ¿Cómo pudo eso suceder en un sábado; en un día como el 15 de Nisán; en la morada de dos Sumos Sacerdotes; por sus propios siervos; y los guardias del Templo; mientras juzgaban a un judío por romper la Ley de Moisés?

Los primeros que se benefician de este obstáculo son aquellos que interpretan que Jesús celebró la cena de Pascua el 14 de Nisán por la noche. Una noche antes de lo que todos los demás entendemos. Según ellos, Jesús fue arrestado enjuiciado y crucificado la siguiente mañana, siendo aún 14 de Nisán. De tal modo cuando Jesús entrega el Espíritu, coincide con el sacrificio del cordero pascual que Él es.

Pero la otra posibilidad es que este fuego y los acontecimientos a su derredor, se ubiquen no antes del sábado, sinó después; en el domingo 16 de Nisán. Esto es la noche siguiente al arresto de Jesús. Entendiéndose así; debemos estimar que durante todo ese día (la parte diurna del sábado 15), Jesús solamente compadeció ante Anás primero; y ante Caifás y otras personas más tarde. Pero que por problemas relacionados a las limitaciones de movimiento en sábado; el grueso del Concilio no se reunió hasta después de la puesta del sol (ya pasado el sábado).
Esta última interpretación coincide con lo que los propios sacerdotes habían complotado: matar a Jesús pero no durante la Pascua. Marcos 14:1-2 dice. “Dos días después era la Pascua y la fiesta de los Panes sin levadura. Los principales sacerdotes y los escribas buscaban cómo prenderlo con engaño y matarlo. Y decían: No durante la Fiesta, para que no se alborote el pueblo.”. Mateo 26:3-5 confirma este detalle del complot.
Satanás tenía planes similares. Si usted recuerda el capítulo anterior donde discuto la duración del ministerio de Jesús; entonces entenderá si lo llamo “Plan S”. Satanás tenía dudas sobre si Dios iba a sobrevivir la cruz; si la carga de los pecados de la humanidad destruiría su santidad. ¿Era posible que Dios muriera junto a Cristo? Esa era su duda. Y por si acaso; Satanás tentó a Jesús; lo tentó a pecar; lo tentó a desviarse; lo tentó a renunciar. Mientras lo intentaba, también dilataba el momento crucial, de una Pascua a la siguiente; y nuevamente a la siguiente, la cual es esta. Pero seguramente Satanás lucubró que si el Cordero iba a ser ofrecido; al menos que eso no coincidiera con la fecha de Pascua. ¡Gloria a Dios que los temores de Satanás fueron ciertos!
Cuando Cristo cargó todos los pecados de todos nosotros, se hizo inmundo a Dios. Entonces se encontró desamparado de Dios; por primera vez había perdido la comunión con el Santo. Sin embargo Dios se agradó del sacrificio y lo levantó. Por eso es la resurrección la confirmación del éxito de la cruz.

De tal forma, tenemos resuelto el fuego que mencionan Mc 14:54, y Lc 22:55. Ese fuego fue encendido solo cando la noche entró, y se había pasado la prohibición del sábado.
Y ¿qué clase de fuego era ese? Marcos y Lucas difieren un poco respecto de su naturaleza. La palabra que utiliza Lucas es “hoguera”; la misma que él usa en Lc 3:9, 16, y 17. Su significado es el de fuego como fuente de calor. Por su parte Marcos utiliza la palabra “luz”; y se refiere no a cualquier luz sinó a aquella producida por fuego. La misma palabra la usa Juan en 1:4, 5, 7, 8, y 9; pero de todos modos, la palabra implica que la fuente de esa luz es el fuego. Evidentemente que ambos textos son fácilmente combinables. Esto queda más obvio si prestamos atención a que en el relato de Marcos, Pedro se acerca a la luz a calentarse.

El fuego del relato de Juan es diferente. Ese fuego se lo menciona en relación del interrogatorio a Jesús por parte de Anás. El patio es el mismo, pues él y Caifás compartían el patio. Entonces podría tratarse del mismo fuego. Sin embargo, Anás interrogó a Jesús esa misma mañana; aún siendo sábado. Eso sería una seria incongruencia por su parte. Ayudaría si se proponen doce horas “quietas” y que Anás hubiese interrogado a Jesús solamente después de anochecer; pero eso no sucedió así.
¿Qué clase de fuego era ese? Nada nos obliga a pensar que se tratase del mismo fuego. Es Juan quien elucida todo; él se refiere al fuego como “bracero” o “montón de brasas”. En realidad Juan no usa jamás una palabra que se pudiera traducir como “fuego”; sinó que habla apenas de brazas calientes. Incluso el verbo que en Lucas es “encender”, en Juan es “que habían hecho o producido”. Evidentemente que los siervos habían hecho un fuego la tarde del viernes 14 (Ex 12:8; Lv 23:5). Lo que seguramente hicieron fue sofocarlo y esparcirlo hasta que ardiera solamente como braza. De tal modo, sin hacer fuego, consiguieron una fuente de calor, “porque hacía frío” explica Juan.

Se concluye entonces que el relato en Juan se refiere a la mañana del 15 y no a la noche. Y que los sinópticos se refieren a la noche del que ya es domingo.
Por otro lado me pregunto: Las brazas en que se calentaba Pedro ¿eran el remanente del fuego en que el Sumo Sacerdote habían asado su cordero pascual? Cuando Judas y la turba salieron a prender a Jesús iluminándose con antorchas, ya era sábado y no podía haber ningún fuego en el que encenderlas ¿habían esas antorchas sido encendidas en esas mismas brazas?

La hora del arresto de Jesús

El concepto más aceptado es que Jesús fue arrestado en el Getsemaní en la oscuridad de la madrugada. Eso adiciona una o dos horas al período que termina en la cruz a las nueve de la mañana. Pero yo estoy ubicando a Jn 17:1, como a una hora y poco más, antes del amanecer y aún en el monte de los Olivos. Veamos cómo es esto.

El único versículo que da pié a interpretar una hora bastante temprana para el arresto es Jn18:3, cuando menciona “linternas, antorchas, y armas”. Entonces se sugiere que era una hora muy obscura; en oposición a mi interpretación de cierta luz ya en ocasión de 17:1.
Si el Diamartirón tiene como objetivo demostrar que los Evangelios nunca se contradicen entre sí; yo no puedo insinuar que Juan se contradiga a sí mismo. La solución es sencilla: Juan está haciendo un anacronismo literario. ¿Qué es eso? Todo escritor u orador suele cometer anacronismos en la forma en que arma el relato. Por ejemplo: “Mi hija se casó anoche. Al novio lo había conocido hace cinco años.” Evidentemente que la última parte ocurrió primero. Otro anacronismo literario muy patente en los Evangelios, lo hace Lucas en 3:20-21. Obviamente, Jesús fue bautizado antes del arresto del bautista y no después.
Lo cierto es que cuando Judas tomó la compañía de soldados y guardias, estaba aún oscuro, y por eso las linternas y antorchas. Esta salida de la turba; seguramente desde Jerusalén; acorre aún antes de Jn 17:1. La reconstrucción es que Judas los llevó al monte de los Olivos. Era allí hacia dónde se dirigía el Maestro cuando Judas se separa de los discípulos. Seguramente Jesús debió haber descubierto el resplandor de sus luces aún de lejos, y como aún le faltaba orar a Su Padre, gana tiempo pasándose al Getsemaní; al otro lado del Cedrón. (Lo cuál aún no ha ocurrido sinó que me estoy adelantando).
Lo que da a entender 18:2 es que Judas cuando llegó al monte de los Olivos, dedujo fácilmente a dónde habría ido Jesús, pues también sabía del Getsemaní. Pero para cuando Judas y la turba llega finalmente a Jesús, ya no tenían linternas ni antorchas; sinó apenas espadas y palos (Mt 26:47; Mc 14:43). En ese momento aún no había amanecido, pero ya no estaba oscuro, sinó en tinieblas (Lc 22:53; recuerde que las palabras de Jesús siempre coinciden con las circunstancias cuando las pronuncia).

Para definir con cierta exactitud qué hora era, debemos recordar cómo se medía el tiempo entonces. Tanto judíos como romanos dividían a la parte diurna en doce horas, y a la parte nocturna en vigilias. Para los judíos la noche tenía tres vigilias y las horas se contaban solamente desde las primeras luces hasta las últimas luces. No es de amanecer a puesta; sino desde que las estrellas desaparecen hasta que estas vuelven a aparecer. Así, la hora prima comienza antes del amanecer mismo.
Entendiéndolo así, tenemos una buena pista en Mt 26:40 y Mc 14:37. Para cuando Jesús está orando en el Getsemaní, el tiempo ya se contaba en horas y no en vigilias. Naturalmente Jesús no está diciendo 60 minutos ni 3.600 segundos. Pero Jesús se expresa en término de hora. Quizás Jesús comienza a orar cuando el tiempo corría en término de vigilias, pero para cuando tiene que reprochar a Sus discípulos; el tiempo ya se contaba en horas.

El canto del gallo

Según mi opinión; y en la cual baso el orden de los hechos en el Diamartirón, las palabras de Jesús a Pedro en relación a la negación, hacen referencia a dos vigilias “del canto del gallo”. Con este nombre se identificaba a la última de las vigilias en que tanto romanos como judíos dividían la parte nocturna del día. De tal modo, Jesús estaría diciendo claramente que su juicio se prolongaría por al menos dos madrugadas. Y además, esta interpretación posibilita arreglar todos los eventos de la manera que lo están en el Diamartirón, y contrariamente al entendido general que todo habría ocurrido en escasas horas.
Siendo una aseveración tan crucial y a su vez más que novedosa, revolucionaria; es justo que yo defienda mi opinión cuando se me piden fundamentos. No obstante, la evidencia en los Evangelios es tan contundente a favor de mi interpretación que yo mismo me pregunto ¿cómo es posible que alguien interprete que Jesús estaba prefiriéndose a un gallo cantando? Mateo y Marcos son tan claros y expresos al decirnos que se refería a dos madrugadas, y no a dos gallos que yo quedo perplejo. De hecho la palabra “gallo” ni siquiera aparece en sus textos.
Tal vez usted me diga que he perdido la razón. Si usted abre su RVR o su NVI y lee con atención va a encontrar la palabra “gallo”. Pero yo le tengo una sorpresa; esa expresión no aparece en el texto original griego; solamente aparece en las traducciones.

El texto griego dice “ajlevktora fwnh`sai"” alectora foonesais; lo cual con un poco de voluntad se puede aceptar como “canto del gallo”. Sin embargo, literalmente dice “voz del gallo”; y “del gallo” se refiere a “propio del gallo”; por lo tanto dice exactamente “voz propia del gallo”. Y en cualquier diccionario castellano encontramos que “voz propia del gallo” es la definición de la palabra “cacareo”.

Respecto a las traducciones yo siempre he tenido mis dudas. Por ejemplo: ¿Es la NVI una traducción al castellano de la NIV? ¿Es la RVR una traducción del texto griego? Respecto a la primer pregunta, los traductores dicen que no. Sin embargo yo creo que ellos no comenzaron de cero; sinó que comenzaron a partir de la versión en inglés, aunque cotejando constantemente al texto griego. Del mismo modo; Reina y Valera se basaron en el texto latín; y se ayudaron con otras traducciones a idiomas anglosajones que comprobadamente tuvieron a su alcance.
La Vulgata dice “gallus cantet” y King James dice “cock crow”. Esta última es la peor de las dos pues está diciendo “cacareo del gallo”. De allí nace la confusión general en las subsiguientes traducciones.

Otro ingrediente que ayudó a la traducción errónea, es el hecho que más adelante en el relato de los Evangelios se cuenta de dos gallos que cantaron. Estos son claramente gallos de carne y hueso y no el nombre que entonces se le daba a la madrugada. Pero eso no prueba nada respecto de las palabras de Jesús en Mateo y Marcos.
Si Jesús dijo “madrugada” en arameo, lo cual se dice “canto del gallo”, o “cacareo”; y si en el cumplimiento, un gallo cantó en la madrugada; y si Pedro hace relación entre ese gallo cantando y las palabras de Jesús; nada de eso cambia el significado de Sus palabras.

Finalmente, es el uso del “canto del gallo” en forma de verbo conjugado, lo que lleva a la confusión. Generalmente, para que haya una acción, debe de haber un actor. Y si alguien está cacareando, ese debe de ser un gallo. Esta línea de pensamiento es clara pero yerra. De mañana amanece; de tarde atardece, de noche anochece, y de madrugada madruga. Si en lugar de “madrugada” dijésemos “cacareo”; entonces, próximos a la salida del sol, cacarea.
Pedro, antes que amanezca tres veces… Pedro, antes que atardezca tres veces… Pedro, antes que anochezca tres veces… Pedro, antes que cacaree tres veces… En ninguna de las cuatro frases anteriores se menciona un gallo. Tampoco lo hizo Jesús según lo registran Mateo y Marcos.

Estas son las tres causas que probablemente llevaron a un error tan universal. Y si no fuese así; de alguna forma ocurrió; porque lo cierto y claro es que el texto griego dice apenas “cacareo” y nunca usa la palabra “gallo”.
En griego “gallo” se dice “ajlevktwr” alectoor. Esta palabra aparece, por ejemplo, en Mateo 26:74 refiriéndose a un gallo que cantó y que Pedro escuchó. Dice “ajlevktwr ejfwvnhsen” alectoor efoonesen, y en el versículo 75, Pedro recuerda las palabras de Jesús “ajlevktora fwnh`sai” alectora foonesais.
La diferencia entre alectoor y alectora es la misma que existe entre caballo y equino, entre toro y vacuno. La primera es simplemente “gallo”, la segunda es “propio del gallo” así como “propio del gato” es “felino” y “propio del perro” es “canino”.
Si acordamos que “sonido propio del gato” es “maullido”; y que “sonido propio del perro” es “ladrido”, entonces alectora foonesais es cacareo. Y aunque la palabra “relincho” nos trae a la mente a un caballo; y si la palabra “mugido” nos recuerda a una vaca; aún así, el sonido de un animal, y el animal en sí, son dos cosas diferentes.

Pero también existe una diferencia notable entre foonesais la cual significa “dar voces” y efoonesen que se traduce como “llamar”. Entonces se ve que “dar voces” se combina con “propio del gallo” para significar “cacarear”. Y “llamar” va con “gallo” para expresar que un gallo está haciendo su llamado matutino.

Espero que a esta altura, el lector haya aceptado que Jesús no hacía mención a un gallo cantando, sinó a las últimas horas de la madrugada. Espero que haya comprendido que tal interpretación está basada en el texto griego del cual se ha traducido con poca exactitud. Y espero que estos conceptos los haya hecho firmes, porque ahora paso a discutir las evidencias en contrario.
Ya he mencionado a tres causas que concurrieron en la mala traducción de “alectora foonesais” como “canto del gallo” cuando significa “cacareo” y a su vez, equivale a la madrugada según el léxico tanto judío como romano. Pero hay una cuarta causa para el error; y está en los Evangelio según Lucas, y según Juan.

Más arriba, afirmo que Jesús no se refirió a un gallo real cantando. Esa afirmación mía es un artificio didáctico, pues si bien es verdad en Mateo y en Marcos, no es así en los otros dos Evangelios. En Lucas 22:60-61 se narra la reacción de Pedro al cantar el gallo. Ese gallo canta en el versículo 60 y Lucas usa los mismos términos que discutimos arriba; es un gallo real que está cantando. Luego, en el versículo 61 Pedro recuerda las palabras de Jesús las cuales también coinciden con todo lo que he dicho. Pedro recuerda a Jesús mencionando el cacareo o madrugada.
Lo anterior coincide sin problemas, pero la dificultad está en Juan 13:38 y Lucas 22:34 cuando narran respectivamente la primera y la segunda advertencia de Jesús a Pedro. Juan y Lucas ponen en labios de Jesús la palabra alectoor, la cual es gallo. ¿Está esto contradiciendo al mismo Lucas 22:61? ¿Va eso en contra de los otros Evangelios?

La respuesta debe verse desde un punto global. Jesús le hizo a Pedro esta advertencia en tres oportunidades. En las primeras dos, Jesús efectivamente hace referencia a un gallo real. Esto coincide con el gallo que realmente cantó.
Pero también es cierto que en la tercera ocasión, Jesús hace referencia a dos madrugadas a las que llama “cacareo”. Esto también coincide con las dos madrugadas que transcurrieron (o así se expone en el Diamartirón).
Entonces en Mateo y Marcos, Jesús le advirtió a Pedro sobre un límite de tiempo antes del cual habría de haberlo negado tres veces. A su vez y para afianzar sus palabras, en Lucas y en Juan le da a Pedro una señal en forma de canto de gallo, para que éste recuerde y reaccione.
Lo que dice Lucas es que Pedro solamente recordó la advertencia del Maestro cuando escuchó al gallo cantar. Y las palabras que recordó decir al Maestro fueron “dos madrugadas” o “dos cacareos”. En esto sí coincide con Mateo y Marcos ¿por qué? Porque si bien Jesús hizo tres advertencias diferentes, y cada Evangelio recoge a solo una de las tres; los pensamientos de Pedro, y su testimonio al respecto, fueron uno solo.

Por otra parte, las palabras de Jesús según Lucas y según Juan deben ser vueltas a analizar. En esas dos ocasiones Jesús está haciendo una afirmación de lo que no va a suceder. En Lucas 22:34 Jesús dice “Digo te Pedro, no cantará hoy un gallo hasta que tres veces me niegues no conocer”. Y en Juan 13:38 dice “De cierto digo te, de ningún modo un gallo ha de cantar hasta que me niegues tres veces”
La señal que dio Jesús a Pedro no fue el canto del gallo; sinó el silencio del mismo. Y ese “extraño” silencio de los gallos le sería a Pedro por advertencia constante hasta que transcurrieran dos madrugadas. Cumplidas las dos madrugadas sin cantos de gallo; y consumada la triple negación por Pedro; el silencio de los gallos se rompe y se escucha un gallo cantar. Entonces Pedro reacciona.

Porque según Jesús, ¿cuántos gallos habrían de cantar? Lucas y Juan dicen uno; mientras que Mateo y Marcos parecen decir dos. Habría una divergencia de testimonio. Obviamente Lucas y Juan hablan de un solo gallo; mientras que Mateo y Marcos hablan de dos madrugadas, y no de dos gallos.

Y según los Evangelios ¿cuántos gallos cantaron? Mateo, Lucas y Juan contaron a un solo gallo. Ese gallo fue el primero que rompió el silencio de dos madrugadas. Marcos es quien parece hablar de dos. En 14:68 RVR, dice “cantó el gallo”; y en 14:72 “el gallo cantó la segunda vez”. Entonces es solamente Marcos que habla de dos veces en que canta el gallo. Este contradice no solamente a los otros tres sinó que contradice al silencio total que Jesús había anunciado en Lucas y en Juan.

Esta dificultad que nos presenta Marcos fue objeto de mi estudio. La cantidad de gallos que cantaron ha sido un tema que me llamó la atención desde mi juventud, pero ahora ha cobrado proporciones drásticas. Este aparentemente pequeño detalle mereció toda mi atención, y yo llegué a algunas posibles respuestas. Las dos primeras no me resultaron plenamente satisfactorias; pero igualmente las expongo por si algún hermano halla que son de peso. De todos modos, he encontrado una tercera explicación, que al menos a mí, me satisface.

1 Tal vez el texto original de Marcos no decía eso. Tal vez algún hermano del siglo I o II quiso corregir el texto para que el cumplimiento coincidiera con las palabras de Jesús. Porque evidentemente ese hermano no había comprendido la diferencia entre “canto del gallo” como sinónimo de madrugada, y el canto real de un gallo.
Pero ¿hay alguna evidencia que apoye esta teoría de un texto alterado? De hecho, las traducciones más recientes coinciden en omitir “y cantó el gallo” en el versículo 14:68; porque esta frase no aparece en los documentos más confiables. Eso me da pié a conjeturar que “la segunda vez” fuese también un agregado. No sería extraño pues sabemos que hay muchos de estos agregados en los Evangelios y en el resto del Nuevo Testamento. Quizás esa frase en 14:72, fuera agregada en una época bastante temprana; y que luego alguien más; notando que se hablaba de un segundo gallo, sin haber habido un primero; introdujera el agregado al 14:68.
Para mí tiene mucho sentido. Y eso explica muchas cosas. No tenemos documentos como para volver a corregir al 14:72, pero me parece que tenemos fuertes sospechas para dudar de su autenticidad.

2 Pero si lo anterior no resulta suficiente, veremos que Marcos 14:72 es susceptible de ser interpretado de otra manera. Ya identificamos que la dificultad radica en “ejk deutevrou”; lo cual se traduce como “por segunda vez”. Sin embargo la traducción más normal sería “en segundo lugar”. También se puede traducir como “en el lugar posterior” entendiéndose apenas dos lugares, el anterior y el posterior.
El prefijo “ejk”, agrega la idea de origen, descendencia, causa. Si a ello le agregamos el análisis que ya hice [Bautismo y Tentación de Jesucristo] sobre el uso que Marcos hace de “eujqu;"” como significando inmediatez de causa y efecto; obtenemos algo bastante interesante y esclarecedor. Marcos 14:72a “kai; eujqu;" ejk deutevrou” puede interpretarse que a consecuencia directa de esta postrer ocasión en que Pedro niega a Jesús, es que canta el gallo.
El versículo podría leerse: “Y sin necesidad de nada más que esta última vez, un gallo cantó”. Evidentemente no fue entendido así por quién insertó “y cantó el gallo” en el 14:68. Tampoco lo entienden así los traductores modernos. Pero quizás no lo hicieron porque el contexto no se lo exigía; y porque todo el concepto de la pasión como un acontecimiento breve, los guiaba en otro sentido. Por eso sería muy constructivo que los mismos eruditos estudiaran esta propuesta de traducción, y dictaminaran si es técnicamente posible, o si por el contrario está gramaticalmente equivocada.

Las dos explicaciones anteriores tienen sus puntos débiles. La primera demanda que una frase, plenamente apoyada por los documentos más confiables, sea considerada como un agregado posterior. En tal sentido debería ser vuelto a quitar. Pero esa acción no es menos improcedente que la de aquellos que hicieron los agregados para “corregir” lo que pensaban estaba en falta.
La segunda explicación depende de la interpretación del texto griego. Se propone una traducción que si bien es técnicamente factible, no merecerá el apoyo de los eruditos en el idioma. Además, nunca antes, nadie lo había entendido de esa forma.
Por eso es necesario proseguir en el estudio e indagar por otra explicación más satisfactoria y convincente.

3 A lo que yo he llegado es que ese gallo cantando fue el segundo, o el posterior de un par. No se trata del segundo entre un gran número sinó del último de una serie de dos. Esta interpretación ya la he mencionado arriba y es ampliamente confirmada por los buenos diccionarios. El ejemplo más claro lo encuentro en Hebreos 9:28. La segunda venida de Cristo no será una de muchas; y ni siquiera es de la misma naturaleza que la primera. Es la postrera de las únicas dos. Otros ejemplos aparecen en la Septuaginta; 1Reyes 19:5-7; 1 Crónicas 29:22; Jonás 3:1.
Entonces lo que falta identificar es al primero de esa serie de dos gallos. Hubo un hermano del siglo I, que sintió lo mismo, e introdujo en el texto de Marcos un primer gallo en 14:68. Esto ya fue discutido arriba, y nos obliga a continuar la búsqueda.
Como ya dije antes aquí, en el Diamartirón queda patente una estrecha relación entre lo que Jesús dice, y las circunstancias que lo rodeaban en ese momento. Entonces es muy probable que cuando Él estaba haciendo la primera advertencia a Pedro, estuviera en ese momento un gallo cantando. Ese sería el primero de los dos, y desde entonces habría habido un silencio de gallos que debería haber alertado a Pedro.
Eso ocurrió el 14 de Nisán próximos al amanecer y es el relato de Juan 13:36-38. Por lo sencilla de la explicación, y por cómo encaja en la cronología previamente establecida; esta es la que mejor me satisface y convence. Pero lo que más me maravilla es cómo Marcos y Juan se complementan como si ambos Evangelios fuesen obra de un mismo autor. Es que lo son ¿verdad?

Ya he recorrido dos preguntas: “Según Jesús, ¿cuántos gallos habrían de cantar?”, y “según los Evangelios ¿cuántos gallos cantaron?” Mi respuesta es que Jesús dijo que un gallo cantaría después de un inusual silencio; y que eso se cumplió exactamente.
Las próximas dos preguntas son: “según Jesús ¿cuántas madrugadas habían de pasar?”; y “según los Evangelios ¿cuantas madrugadas transcurrieron?” Mi repuesta es que Jesús predijo dos madrugadas, y que las dos madrugadas efectivamente transcurrieron antes de Pedro haberlo negado tres veces.
Puesto de otra forma. ¿Se refirió Jesús a la vigilia “del cacareo”? Mateo y Marcos lo dicen y Lucas lo confirma por boca de Pedro. ¿Se confirmaron esas dos madrugas antes de la triple negación? Ordenando los hechos de forma a respetar todos los indicios se comprueba que sí; y eso se demuestra en el Diamartirón.

Conclusión: en al menos una ocasión Jesús se refiere al transcurso de dos madrugadas antes que Pedro lo hubiere negado. Eso está claro en tres de los Evangelios y no es contradicho por el cuarto. Cualquier interpretación, comentario, arreglo, o armonía que no respete estas palabras de Jesús debe considerarse erróneo.

La escena de la Cena de Pascua

Una buena pregunta es ¿Quiénes entraron al aposento alto? La primera respuesta es que apenas los doce. Yo también lo entiendo así. Entonces Mateo y Juan fueron testigos presenciales. Marcos tiene calidad de testigo por estar en la planta baja de la casa de su madre. Pero más difícil es determinar cómo lo testimonió Lucas.

En realidad, el registro de Lucas sobre esa cena de Pascua en sí es muy escueto. Básicamente se reduce a la institución de la Santa Cena. Aparentemente Lucas venía con el grupo; casi entró al aposento alto y llegó a escuchar al maestro decir “¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua! Pero enseguida es “obligado” a retirarse. Entonces Lucas queda afuera; pero muy pendiente. Por eso escucha la discusión sobre quién iba a ser el traidor; y la discusión sobre quién sería el mayor. Yo me imagino a Jesús diciendo 22:25-29 voz en cuello mientras los apóstoles no paraban de discutir. Finalmente Lucas testimonia los últimos acontecimientos; probablemente a las puertas de la casa.

¿Cómo se reconstruye la escena? ¿Dónde estaba sentado Judas respecto de Jesús; lejos, próximo; o a su lado? Y si a su lado ¿del lado derecho o del lado izquierdo? ¿Sería posible reconstruir lo sucedido en esa cena a tal grado?
La costumbre era reclinarse apoyando el codo izquierdo sobre la mesa. Esto parece irrelevante si Judas no estaba sentado junto a Jesús. Si estaba a su izquierda; entonces Judas se incorporó para acercarse a Jesús que estaba reclinado hacia él; y le habla en voz baja. Pero si Judas estaba a la derecha, le hace la pregunta a Jesús en voz normal, y ahora es Jesús quien se incorpora para contestarle a Judas en voz baja. En la primera hipótesis Jesús nunca se aleja del discípulo a su derecha. En la segunda, se aleja del discípulo a su izquierda pero nunca llega a aproximarse del discípulo detrás de Judas. ¿Qué opina usted? Porque si Judas estaba a la derecha de Jesús; entonces se confirma que es otra cena de aquella descripta por Juan 13:23-25 donde se muestra al mismo Juan sentado a la derecha del maestro.

Pero no es solo eso. Podemos conjeturar que las listas de los apóstoles dadas más temprano en los tres sinópticos, sean recuerdos visuales de los evangelistas de alguna ocasión en que vieron al grupo cenando. Recuérdese que el hombre es un ser de hábito y que los apóstoles seguramente se hubieron acostumbrado a sentarse en determinado orden. Las listas de Mateo, Marcos, y Lucas varían un poco pero no demasiado. Serían diferentes cenas que recuerdan al escribir la lista. En todo caso, la lista debería interpretarse de la siguiente manera: el primero a la izquierda; seguido del primero a la derecha; luego el segundo a la izquierda; entonces el segundo a la derecha; y así sucesivamente.
Entendiéndolo así se percibe que las dos parejas de hermanos siempre ocupaban los cuatro asientos más próximos al Maestro. También es constante ver a Pedro junto a Jesús a su izquierda; y a Juan en el segundo lugar de la derecha. Jacobo y Andrés intercambiaron lugar; y por eso, en ocasiones cada pareja de hermanos quedaba a un lado de Jesús.

Sin embargo, estas listas se refieren a una etapa del ministerio anterior a la parábola de los convidados a la boda (Lc 14:7-11), y a las críticas de Jesús sobre los fariseos (Mt 23:6; Lc 20:46). No sabemos si Pedro llevó esta enseñanza a la práctica y si ese era el motivo de que en la cena en Betania; la noche del jueves 13; no estuviera a la izquierda de Jesús, sino en segundo lugar junto a Juan.
Lo que sí podemos suponer es que los hermanos Jacobo y Juan no la entendieron. De tal modo, ya antes de Mt 20:21 y Mc 10:35-37; ellos ocupaban los dos primeros lugares aquí, desde antes del Reino. Seguramente Jacobo a la izquierda, y luego Juan a la derecha. Entonces así acostumbraban sentarse cuando la cena en Betania. [Más adelante, en Hechos 1, Pedro asume el lugar que le correspondía, el lugar principal al centro. Primeros, a sus lados, están Jacobo y Juan]
Pero suceden dos hechos. El primero es que en Betania, Jesús alude a la traición de Judas. El segundo es que Juan y Pedro fueron quienes prepararon esta cena de Pascua. Eso le dio la oportunidad a Judas de ocupar el asiento vacío dejado por Juan mientras servía, sentándose a la derecha de Jesús. Claro que cuando Juan ya no tenga más tareas que realizar le reclamará el lugar de privilegio a Judas (Lc 22:24, y 30), pero eso va a ser más adelante; dentro de algo así como una hora más tarde.

Si usted piensa que todo lo anterior esta basado en evidencia muy liviana, yo no voy a objetarlo. Pero yo me regocijo de ver cómo los cuatro relatos, lejos de contradecirse, relatan una escena perfectamente realista, y que estos pequeños detalles glorifican la Palabra de Dios como algo muchísimo superior a la inventiva humana.

A todos nosotros nos ha causado extrañeza que habiendo ocurrido lo que se narra en la cena, y de la forma en que sucedió; mismo así ninguno de los apóstoles se hubiese percatado de que el traidor era Judas. Sin embargo, hay indicios de que tanto Juan como Mateo; y quizás algún otro discípulo, se hubieren dado cuenta. De otra forma, difícilmente lo registrarían así en sus Evangelios.
Mateo es claro en 26:25. Mateo escuchó al Maestro decirle a Judas “Tú lo has dicho”. ¿Cómo fue posible? ¿Dónde estaba sentado Mateo?
Según explico en el Diamartirón, las listas de los nombres de los apóstoles dadas por Marcos 3 y Lucas 6, son de un evento diferente y anterior al de Mateo 10. De tal modo se nota que Mateo comenzó sentándose en el lugar 7mo, es decir el cuarto a la izquierda. Pero muy pronto “bajó” al lugar 8vo, que es el cuarto a la derecha. En Hechos 1 también se lo nombra en el 8vo lugar.
Así se habría sentado a la mesa en Betania; pero aquí en el aposento alto, Juan y Pedro que ocupaban los dos primeros asientos a la derecha de Jesús, estaban ocupados sirviendo y se habían levantado de la mesa. En su lugar se sienta Judas; como ya dije. De tal modo a la derecha del maestro está Judas, luego Bartolomé o Tomás, y en tercero está Mateo. Entonces Bartolomé / Tomás lo escuchó por estar sentado junto a Judas, y se lo dijo a Mateo; o Mateo lo escuchó por sí mismo.

La pasión de Jesucristo según cada uno de los Evangelios

La principal fuente de información para reconstruir los sucesos de la pasión deben ser obviamente los Evangelios. Pero los Evangelios en conjunto parecen contradecirse; y la reconstrucción de los hechos se nos hace difícil. Entonces tal vez debamos tomar a cada Evangelio por separado y hacer cuatro reconstrucciones de la pasión. Eso es exactamente lo opuesto a hacer una armonía como el Diamartirón.

¿Qué sucede cuando leemos cada Evangelio por separado? Supóngase una comunidad judía asilada del mundo, a donde llega una copia del Evangelio según Mateo. ¿Qué habrían entendido ellos? Familiarizados con el Antiguo Testamento y con las costumbres judías; ellos no tendrían problemas en comprender a Mateo, quien escribió para un público como ellos.
Ellos habrían entendido que Jesús fue arrestado el día 15 de Nisán (27:15) después de haber comido la Pascua la noche anterior (26:17). Ellos entenderían que Jesús murió a la hora novena (27:46), y que fue enterrado ese mismo atardecer (27:57). Entenderían que eso fue en víspera de sábado (28:1), y que Jesús resucito el siguiente domingo (28:1).

¿Cree usted que ellos habrían entendido eso? ¿Entiende usted también que sucedió así? Comparemos sus respuestas con lo que nos dice Mateo. Mateo da a entender que Jesús no iba a ser muerto durante la Fiesta (26:5). Entonces Mateo estaría implicando que Jesús no fue crucificado el 15 de Nisán, el cual es día solemne y sábado ritual por la Ley de Moisés. Esa determinación de los sacerdotes coincide con el hecho que Jesús fue crucificado no en la fiesta sinó el día de la preparación (27:62).
Pero además, si Jesús fue crucificado un viernes de tarde y resucita un domingo de mañana ¿cómo se cumplen los tres días y tres noches profetizadas por Jesús mismo? (12:40; 27:63). Algo anda mal; muy mal; porque ya no es que los Evangelios se contradicen unos a otros; Mateo se contradice a sí mismo.

¿Qué tal lo hace Marcos? Marcos coincide bastante con Mateo; aunque este ejercicio es enfrentar a Marcos a sí mismo. Él nos relata cómo el 14 de Nisán prepararon la Pascua (14:12), la cual comieron esa noche (14:17). En la siguiente madrugada Jesús es arrestado (15:1). Es juzgado, y siendo crucificado muere a la hora novena (15:34) Enseguida es enterrado siendo víspera de sábado (15:42) y resucita el domingo (16:1-2).
Como decía arriba, Marcos coincide bastante con Mateo; y como Mateo, Marcos se contradice a sí mismo. Él cuenta que el plan era no matar a Jesús durante la Fiesta, el 15 de Nisán (14.2), y que de hecho fue crucificado el día de preparación (15:42).

Así que Marcos contradice al mismo Marcos. De tal forma, si aquella comunidad aislada hubiese recibido el Evangelio según Marcos; tampoco hubiesen entendido lo que nosotros damos por sobreentendido. Incluso Lucas (23:54) y Juan (18:28) caen en la misma contradicción. Claro que esa contradicción no está en los Evangelios (Romanos 3:4), sinó en nuestra forma de entenderlos. Porque ni Mateo, ni Marcos, ni Lucas, ni Juan, dicen lo que decimos que dicen. Cada uno de ellos cuenta un relato de la pasión diferente al que contamos nosotros.

¿Cómo cuentan la pasión cada uno de los Evangelio? ¿Cómo lo entendieron las comunidades a que les fue escrito? Sigamos imaginando esa comunidad que solamente recibió al Evangelio según Mateo. Siendo ellos judíos inmersos en sus tradiciones y costumbres no tendrán problema en aclarárnoslo.
Si le preguntáramos a uno de esos hermanos hipotéticos, nos diría que todo es muy claro. Mateo no se contradice. Él menciona en realidad a dos sábados. El primer sábado que menciona es un sábado ritual (27:62). Ese día era el día siguiente al de la crucifixión, y era un sábado precedido por un día de preparación, es decir, un sábado ritual. Marcos es un poquito más claro al respecto (15:42). Mateo también menciona a otro sábado (28:1). Este es un sábado que precedió al primer día de la semana. Así que Mateo nos está diciendo a las claras que luego de la crucifixión de Jesucristo hubo dos sábados consecutivos; uno ritual y uno semanal. Y él nos hace esa aclaración para explicar cómo es posible que entre la crucifixión y la resurrección hubiese tres días y tres noches (27:63).
En pocas palabras, Jesucristo fue crucificado un jueves, y resucitó un domingo, siendo sábados los dos días intermedios. Y el hermano hipotético continúa diciéndonos. En la semana de la Fiesta de Pascua, son sábados rituales el primero y el último día; el 15 y el 21 de Nisán. En consecuencia, son días de preparación el 14 y el 20. Si Jesús preparó la Pascua la tarde del 14, y si Él la comió al entrar la noche del 15; y si fue muerto un día de preparación; entonces fue crucificado el 20 de Nisán. Y si ese día fue jueves; entonces eso ocurrió el 30 AD, porque ese año, el 15 y el 21 fueron viernes.

María Magdalena unge a Jesús

El ungimiento de Jesús por parte de María Magdalena ofrece algunas dificultades.
Es generalizada la opinión de considerar a los relatos de Mt 26:6-13, y Mc 14:3-9 como sinópticos. En eso yo también concuerdo. Otro pasaje que suele entenderse como sinóptico está en el Evangelio no sinóptico de Juan en 12:1-8. En esto, muchos no concuerdan, ni concuerdo yo.
Discutir si Juan es o no un relato diferente del mismo episodio, o si es un relato de otro episodio independiente, merece hacerse a fondo. Eso yo lo expongo con detalle, oportunamente en el Diamartirón. Por eso, a los efectos de este estudio, lo voy a considerar como suficientemente demostrado.

La dificultad en la que prefiero centrarme es en la frase de Jesús “De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que esta ha hecho, para memoria de ella.”.

En el Diamartirón propongo que todo evangelista (todos aquellos hermanos que se dedicaban a, o que tenían el don de evangelizar), tenía su evangelio particular. Es decir, que tenían su propia colección de enseñanzas y milagros que solían repetir. Esos evangelios no necesariamente estaban por escrito, y seguramente tendrían como base los Evangelios sinópticos ya circulantes. Pablo en particular hace repetidas menciones a lo que él denomina “mi evangelio”.
El punto es que todos esos evangelios o repertorios evangelísticos debieron incluir este episodio de la unción de Jesús por María. Sin embargo hay uno en el que parece faltar: el Evangelio según Lucas.

Quienes se preocupan por esa declaración profética de Jesús, se apresuran a decir que el relato de Juan es en su cumplimiento. De tal modo lo proponen como sinóptico a pesar de las evidentes diferencias. Pero yerran; pues está claro que fueron dos veces en que la misma mujer hizo algo parecido, pero diferente en forma, tiempo, y lugar.

Es que la llave del problema con Lucas, está en Juan. Juan es quien siempre nos abre los ojos respecto a dudas y confusiones respecto de los sinópticos. Juan dice que María ungió a Jesús dos y no una vez. Por otro lado, en una armonía como el Diamartirón se aprende que en el ministerio de Jesús, las cosas sucedían en series de tres. Así que si según Juan, María ungió a Jesús en más de una ocasión, entonces debieron haber sido tres veces.

Eso nos abre el horizonte y enseguida encontramos en Lucas 7:36-50, el relato que este evangelista hace de María ungiendo a Jesús. Pero ¿Lucas menciona al nombre de María? ¿Cómo puede ser “para memoria de ella”, si no se la identifica? Pues sí, sí la nombra. En el pasaje inmediatamente siguiente en su Evangelio, Lucas incluye por primera vez a “María, que se llamaba Magdalena, de la cuál habían salido siete demonios”.

Entonces, todo había comenzado cuando Jesús es invitado a comer con uno de los fariseos. Parte de la hermosa historia no es explícita, pero Jesús había expulsado de ella siete demonios. Aparentemente eso habría ocurrido poco tiempo antes; quizás esa misma noche en la casa de Simón. Esto es en una ciudad junto al mar; Capernaúm. En la fiesta de la Dedicación, en diciembre del 28 AD. Los indicios dicen que si bien ella era una prostituta; era también sierva de aquel fariseo; y como parte de su trabajo, ella les lava los pies a los convidados, y a Jesús. En esa acción es que le unge los pies con perfume. Y desde entonces comienza a acompañar al Maestro en sus viajes.

La segunda parte nos la cuenta Juan. Esto es en Betania, en la casa de ella y de su hermana. Es 29 de Abril del 30 AD. Ahora María no es sierva, sinó anfitriona; y vuelve a lavar y ungir los pies de Jesús.

El último episodio es también en Betania, una semana después, y en la casa de Simón el leproso. María está como convidada; o quizás como colada; y unge no los pies sinó la cabeza de Jesús.